LAS CRUZADAS
Otro gran movimiento en la
Edad Media, bajo la inspiración y bajo
el mandato de la Iglesia, fueron las cruzadas. Estas comenzaron a
finales del siglo once y continuaron durante casi trescientos años. Desde el
siglo cuarto en adelante, incluso hasta el tiempo actual, multitudes realizaron
peregrinaciones hasta Tierra Santa. Alrededor del año 1000 d.C., el número de
peregrinos aumentó de forma considerable cuando se esperaba casi universalmente
el fin del mundo y la venida de Cristo. Incluso después, cuando esos
acontecimientos no ocurrieron, las peregrinaciones continuaron. Al principio,
los gobernantes musulmanes de Palestina favorecieron las cruzadas. Sin embargo,
más tarde los peregrinos sufrieron opresión, robo y algunas veces hasta la
muerte. Al mismo tiempo, los musulmanes estaban amenazando el debilitado
imperio oriental y el emperador Alejo le pidió al papa Urbano II que enviase a
los guerreros de Europa en su ayuda. Por todas partes, en Europa se despertó el
espíritu de libertar Tierra Santa del dominio musulmán y de este impulso
resultaron las cruzadas.
Las cruzadas principalmente
fueron ocho, además de muchas otras expediciones de menor importancia a las que
también se les dio este nombre. La primera la proclamó el papa Urbano II en 1905 d. C., en el Concilio
de Clermont, donde una multitud de caballeros tomaron la cruz como insignia se
alistaron en contra de los sarracenos. Antes de que la expedición principal se organizará
del todo, un monje llamado Pedro el Ermitaño convocó a una multitud indisciplinada,
que se dice fue de cuarenta mil personas, y la condujo al Oriente esperando
ayuda milagrosa. Su desprovisto y desorganizado populacho fracasó. A muchos d
sus miembros los hicieron esclavos y a otros mataron. Pero la primera cruzada
verdadera la emprendieron doscientos setenta y cinco mil de los mejores
guerreros de todo el país de Europa, conducida por Godofredo de Bouillon y
otros jefes. Después de muchos contratiempos, sobre todo por falta de
disciplina y disensión entre los líderes, tuvieron finalmente éxito en tomar la
ciudad de Jerusalén y casi toda Palestina en 1099. Establecieron un reino sobre
principios feudales y como Godofredo rechazó el nombre de rey, lo nombraron
“barón y protector del sepulcro”. Al morir Godofredo, su hermano Balduino asumió
el título de rey. El reino de Jerusalén duró hasta 1187d.C., aunque siempre en
una condición precaria por estar rodeado, excepto por el mar, del Imperio
Sarraceno y por estar muy distante de sus aliados naturales en Europa.
La segunda cruzada se convocó
por las noticias de que los sarracenos
estaban conquistando las provincias situadas a poco distancia del reino de
Jerusalén, amenazando la ciudad misma. Bajo la predicaci´n de San Bernardo de
Claraval, Luis VII de Francia y Conrado III de Alemania condujeron un gran
ejército par socorrer los lugares santos. Sufrieron muchas derrotas, pero
finalmente llegaron a la ciudad. No puderon recupaerar el territorio perdido, pero sí postergaron
por una generación la caída final del reino.
En 1187 d. C., los sarracenos
reconquistaron Jerusalén bajo Saladino y el reino de Jerusalén llegó a su fin. Aunque el simple título “rey de
Jerusalén” se siguió usando por mucho tiempo después.
La caída de la ciudad
despertó a Europa a la tercera cruzada (1189-1191) que condujeron tres
soberanos prominentes: Federico Barbarroja de Alemania, Felipe Augusto de
Francia y Ricardo Corazón de León de Inglaterra. Pero, Federico, el mejor
general y estadista, se ahogó y los dos reyes restantes se disgustaron. Felipe
Augusto se fue a su patria y todo el valor de Ricardo no fue suficiente para
llevar su ejército hasta Jerusalén. No obstante, concertó un tratado con
Saladino, por medio del cual los peregrinos cristianos obtuvieron el derecho de
visitar el santo Sepulcro sin ser
molestados.
La cuarta cruzada (1201-1204
d. C.) fue pero que un fracaso porque al final perjudicó mucho a la Iglesia
cristiana. Los cruzados desistieron de su propósito de ganar Tierra Santa e hicieron guerra a
Constantinopla, la capturaron, saquearon y establecieron su propio gobierno
sobre el Imperio Griego que duró cincuenta años. A ese imperio lo dejaron tan
indefenso, que simplemente era un insignificante baluarte en contra del
creciente poder de los turcos. Raza guerrera, no civilizada, que siguió a los
sarracenos como el poder dominante musulmán después de la terminación del
período de las cruzadas.
La quinta cruzada (1217-1222
d. C.) la realizaron Juan de Brienne, rey de Jerusalén, y Andrés II, rey de
Hungría. Los citados monarcas atacaron sin resultado a los sarracenos en Egipto y Siria.
En la sexta cruzada
(1228-1229 d. C.) el emperador Federico II, aunque excomulgado por el papa,
condujo un ejército a Palestina y obtuvo un tratado por el cual cedieron
Jerusalén, Jafa, Belén y Nazaret a los cristianos. Puesto que ningún
eclesiástico romano lo coronaría estando bajo la expulsión papal, Federico se
coronó a sí mismo rey de Jerusalén. Debido a esto, el título “Rey de Jerusalén”
lo usaron todos los emperadores germanos y después los de Austria hasta 1835 d.
C. Sin embargo, por el disgusto entre el papa y el emperador, se perdieron los
resultados de la cruzada. En 1244 d. C., los musulmanes tomaron de nuevo
Jerusalén y desde entonces permaneció bajo su dominio.
La séptima cruzada (1248-
1254 d. C.) se realizó al mando de Luis IX de Francia, conocido como San Luis.
Invadió por el camino de Egipto y aunque al
principio tuvo éxito, los musulmanes lo derrotaron y apresaron. Lo
rescataron por un gran precio y fue a Palestina, permaneciendo allá hasta 1252
cuando la muerte de su madre, a quien había dejado como regenta, le obligó a
regresar a Francia.
La octava cruzada
(1270-1272) estuvo también bajo la dirección de Luis IX, junto con el príncipe
Eduardo Plantagenet de Inglaterra, después rey Eduardo I. La ruta escogida fue
de nuevo por África. Pero Luis murió en Túnez, su hijo hizo la paz y Eduardo
regresó a Inglaterra a ocupar el trono. De modo que, por lo general, esta se
considera como la última cruzada y fracaso completamente.
Hubo cruzadas de menor
importancia, pero ninguna merece mención especial. En efecto, desde 1270 en
adelante, a cualquier guerra emprendida a favor de la Iglesia se le denominó
cruzada, aun en contra de los herejes en países cristianos.
tomado de Hurbut Jesey Igman, del libro Historia de la Iglesia Cristiana.
MIGUEL AUGUSTO MUÑOZ.
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